martes, 8 de junio de 2010

katerine y cruxent


José María Cruxent. El hombre y la piedra pintada
Camilo Morón. camilomoron@yahoo.es
“Lo inimaginable es por ley inconcebible”J. M. Cruxent
“Hay que afrontar las muchas consecuencias de la verdad.”J. M. Cruxent
Nuestra línea de investigación: Los Petroglifos como Lenguaje en Venezuela debe mucho a José María Cruxent. De la lectura de los múltiples artículos que les dedicara –21 artículos publicados en revistas científicas nacionales y extranjeras entre 1944 y 1993, concentrando su producción a mediados de la década del 60– fueron surgiendo interrogantes, intuiciones, vislumbres de sendas posibles para abordar el tema. Así, pues, un buen día decidimos conocer al autor; viajamos a Coro, estado Falcón a buscarlo... y lo encontramos. Quisiéramos hablar del hombre Cruxent, del hombre hecho de sensación y tiempo. Para hacerlo hemos de hablar del artista, del académico, del etnólogo, del geógrafo, del explorador, del aventurero, de la leyenda...; en consecuencia, hablemos de ellos.
Foto 1. Pasaporte José María Cruxent (1930).
En nuestros días de proletario estudiante universitario publicamos, al abrigo del nombre de un amigo, un denso y breve escrito en un periódico literario ya periclitado. Corría el año 2000, con sus sobresaltos, entonces escribimos: “–Recientemente, en la ciudad patrimonial de Coro, fue homenajeado en muy sencillo acto el profesor José María Cruxent; un homenaje muy justo por lo demás a quien –como pocos– ha amado entrañablemente esta Tierra de Gracia. Llegado a nuestro país tras concluir la Guerra Civil Española, donde combatió al lado de las tropas republicanas en el frente de Teruel, bien pronto se dedica a enfrentar una nueva lucha que habrá de llevarle a lo más profundo del corazón de su nueva Patria, profundamente en la geografía y en el tiempo, y así se compromete a rescatar para todos y cada uno de los venezolanos el eco esencial de nuestro pasado, la presencia perenne de nuestras raíces, la vigencia de nuestro acervo entrañable.
Foto 2. José María Cruxent y amigos en España.
“Hablar de la arqueología y la antropología en Venezuela y en América, es hablar de José María Cruxent; su nombre está ligado estrechamente al alba científica de estas disciplinas en nuestra tierra y otras tierras americanas como Colombia, Panamá, Jamaica, Brasil y República Dominicana.
“Investigador Emérito del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) en 1976 y Premio Nacional de Ciencias en 1987, Cruxent continúa activo a los 90 años de edad, siendo luz para las nuevas generaciones de científicos y artistas. Hijo de esta tierra desde 1939, se cuenta entre los fundadores del Departamento de Sociología y Antropología del IVIC y del primer Laboratorio de C-14 en América Latina. No hay rincón de la geografía nacional que en sus andariegas investigaciones no haya visitado; fue miembro de la célebre expedición que encontró las cabeceras del río Orinoco y del río Guasare; su labor docente es igualmente rica en horizontes: República Dominicana, Panamá y Perú le han escuchado en sus aulas; su historial académico cuenta con más de 200 publicaciones. Miembro de la National Geographic Society, Fellow of the Royal Geographical Society entre numerosas asociaciones más, es Académico correspondiente de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, ha recibido la Orden del Libertador en Grado de Caballero, la Orden Francisco de Miranda en su Primera Clase, la Orden Leopoldo de Bélgica, la Orden Andrés Bello en su Primera y Segunda Clase, Orden Heráldica Cristóbal Colón en el Grado de Caballero, otorgada por la República Dominicana, Fellowship of the Werner-Gren Foundation, Catedrático Honorario de la Universidad de Cuzco, Miembro Fundador de la Fundación La Salle de Ciencias Naturales, Experto en Museología en la Reunión de Neuf-Chatel, Suiza, nombrado por la UNESCO, Miembro del Consejo Permanente de la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas de la UNESCO, París, Francia; Mestre Honorario: Orden Do Limao Branco, Brasil; Miembro Correspondiente de la Real Academia de Letras, España; Orden Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, Medalla del Mariscal Cándido Mariano Da Silva, otorgada por la Sociedad Geográfica Brasileña; Comendador de la Orden Leopoldo II de Bélgica, Condecoración de Gran Maestre de la Orden Isabel la Católica, otorgada por el Rey Don Juan Carlos, Santo Domingo, República Dominicana y otras tantas distinciones más que sería farragoso de enumerar...

Foto 3. José María Cruxent en Tocorón (Lago deValencia).

Foto 4. José María Cruxent a su regreso de la Expedición del Orinoco.
“Para el jurado calificador del Premio Nacional de Ciencias de 1987, la contribución del profesor José María Cruxent se transparenta en ‘una amplia y constante trayectoria de científico, investigador y docente; sus contribuciones en el ámbito de la arqueología y de la antropología; por la continuidad del esfuerzo creador en el marco de las Ciencias Sociales y Humanísticas; por su contribución pionera en la en la creación de instituciones científicas de investigación y docencia; por su presencia generosa en la formación de varias generaciones de científicos e investigadores y por el amplio esfuerzo de integrar conocimientos provenientes de distintas ramas de la ciencia.’ Por su parte, Cruxent dedicó el Premio Nacional de Ciencia al Estado Falcón, como un generoso reconocimiento a la tierra que tanto le había brindado: ‘En mi carrera –dijo en aquella ocasión–, la mayor satisfacción la he encontrado en los años de mis investigaciones en territorio falconiano. Me he hecho en Falcón. Se lo debo a esta tierra. Verdaderamente, porque yo soy un provinciano y por retrueque el premio pertenece a Falcón, a su Universidad y a los corianos.’ Palabras merecedoras del corazón de un hombre ardientemente enamorado de esta Tierra de Gracia.

Foto 5. José María Cruxent y el rey Leopoldo III en Panamá (abril 1954).

Foto 6. Excavaciones en Cubagua.
“Conviene que destaquemos el rasgo más singular de las inquietudes científicas de Cruxent: su sentido estético. Sin duda, el gusto por el dato, por el informe científico, por la descripción exacta, presentes están en sus trabajos; empero, sus inquietudes artísticas, incluso filosóficas, son fibra permanente en su obra. Su perseverancia aguda y tenaz se patenta en el estudio atento de nuestro pasado más remoto y de su lenguaje artístico, en su ser prístino y esencial. La obra capital de Cruxent, en co-autoría con Irving Rouse, arqueólogo de la Universidad de Yale, intitulada Arqueología Cronológica de Venezuela, publicada por primera vez en 1958, va de la mano de ese sentido genuinamente artístico y científico. Se trata de una obra clásica, de consulta obligada en los estudios de la venezolanidad.
“Como pintor, Cruxent formó parte de la avanzada del impresionismo abstracto en nuestro país, dándole un impulso vigoroso. Alrededor del año 1960, participó en la fundación del movimiento informalista, con el grupo celebérrimo “El Techo de la Ballena”, en alianza con Carlos Contramaestre, Juan Astorga, Juan Calzadilla, entre otros artistas destacados. El nombre de Cruxent es para la plástica venezolana sinónimo de audacia, compromiso y lealtad para con lo telúrico de nuestra tierra y nuestro pueblo.
“La vida y la obra de José María Cruxent trascurren armoniosas, sin disonancias, por un mismo cauce de equilibrio, reflexión, sencillez y refinamiento. Su actitud vital y su postura artística se hermanan en un todo, que no es sino el resultado intencionado de una labor profunda, cuyo fruto ha sido una obra genuina, libertaria. La vivencia ancestral y la modernidad son dos luces que en Cruxent unen sus fulgores para dar nacimiento a una constelación de obras compuestas con la minuciosidad de un orfebre y la pasión de un aeda.”
Foto 7. Cruxent e indígena maquiritare
Cruxent murió el 23 de febrero de 2005. La postrera vez que nos vimos fue la víspera de su 94 aniversario; entonces publicamos dos artículos en diarios de circulación regional en Falcón que leímos al maestro. Fueron los últimos de una prolongada galería que se ocuparon de Cruxent mientras vivió: En Busca de Cruxent, El Nacional, 25 de enero de 1952; Descubiertos Símbolos de una Antigua Civilización Indígena, Diario de Occidente, 1 de septiembre de 1957; El Método del Carbono 14 es el más Exacto para Determinar las Edades Prehistóricas, La Esfera, 9 de enero de 1958; Cruxent en el Ventuari, El Mundo, 10 de Marzo de 1959; El Pintor J. M. Cruxent: Todo tiene un Valor Positivo Cuando se Trabaja con la Verdad, El Nacional, agosto de 1967; J. M. Cruxent: Premio Nacional de Ciencias, El Nacional, mayo de 1987; Soy un Millonario sin Dinero, El Nacional, 20 de mayo de 1987; Cruxent, Siglo XXI. Hombre, Cultura y Desafíos, Museo de Arte Coro, 1992; José María Cruxent: “Hay que Afrontar las Muchas Consecuencias de la Verdad”, Revista Bigott N° 34, Jul-Ago-Sept 1997.
Foto 8. Vista área de La Isabela
Como Manifiesto –a la usanza de aquellos que acompañaron el alba de las vanguardias–, Cruxent nos ha dejado, de su puño y sangre, un documento al que significativamente tituló: La Libertad de Crear:
“Mi experiencia –nos dice– me ha convencido que uno de los más fuertes símbolos de la Libertad es el Arte, que siempre es futuro, constante evolución y desligamiento.
“Nada importa que lo que se haga guste o no guste, se acepte o no se acepte, lo que cuenta es que la obra esté presente, y que hubo y se usó la Libertad de Crear. No se pueden aceptar autosacrificios para mantenerse dentro de un orden decrépito.
“Me encuentro bien cuando mi pintura logra escapar a toda definición técnica y estética. Sé que ella es el medio del que se sirve una fuerza impetuosa, interna, para revelar lo desconocido de una realidad cotidiana. Experimento la sensación de libertad de algo que me tiene inquieto noche y día; la obra que estoy gestando debo hacerla, es una inefable fatalidad. En mi intimidad vivo lo bello y lo horrible del mundo externo y siento profundamente mi vida interior, pero no me basta. Nada tan de verdad para un artista como tener la esperanza loca de captar un reflejo visible de su embrujamiento para plasmarlo en su obra.
“Para enfrentarme a la desafiante tela, sólo puedo hacerlo cuando siento un impulso mágico tan fuerte como un delirio erótico. Hay muchos puntos convergentes entre la posesión sexual y el aceptar la palestra con la tela o el objeto. El volcarse sobre ella no puede ser en frío. No concibo pintar de acuerdo con el reloj.

Foto 9. José María Cruxenty Royo y Gómez.

Foto 10. José María Cruxent en Muaco.
“Desde luego, tengo conciencia que cada una de mis creaciones contiene también algo de una auténtica micro-auto-biografía-espiritual, de un momento de mi vida, pleno de sensualidad. Incluso los medios y maneras que empleo son testimonios de mi forma de ser y de lo dado que soy a las búsquedas –según algunos insensatos–. En el largo caminar de mi trabajo, presiento que lo inexistente quizás existe y lo imaginario quizás es tangible.
“Creo que el Arte debe ser un recurso o un medio que olvidó su objetivo. Su propia esencia, que es liberación, no admite coacciones. Tiene que llegar puro a todos los hombres, y, muy especialmente, a esos seres esclavizados por tendencias que les conducen tan sólo hacia objetivos materiales, razonables, prácticos y seguros.
“He constatado que la auténtica obra de arte, como creación artificial que es, aniquila, aunque transitoriamente, la obsesión de finalidad positivista, y proporciona un sentimiento de alivio, de serenidad y de liberación. Siendo una maravillosa ficción, la obra de Arte, incuestionablemente, invita a la fantasía y a la libertad de la creación imaginativa.
“Pero me es imposible realizar consciente, intencional y previamente pensada una obra destinada a lograr los beneficios antes señalados; no sabría cómo hacerla. Pues, cómo ya dije, sólo puedo actuar impulsado por una necesidad espiritual y, si la obra no resulta ser una ‘virtuosidad sin alma’, ella por sí y su contenido material alcanzará una elevada proyección social.”
“Puesta la obra ante los ojos de otro, me inquieta saber si motiva una actitud interesada, y si logra suavizar toda manifestación de voluntad, es decir, reducir el fenómeno natural de afirmación de la vida. Si constato que la obra logra eliminar toda preocupación biológica, que no se siente ninguna sensación de amenaza, de miedo, de ambición, de odio…, sé entonces que he realizado algo que me satisface y que permite al observador confundirse con el contenido emotivo y espiritual, pero, y esto es muy importante, sin que por eso se pierda el sentimiento de que se trata, simplemente, de una ilusión.

Foto 11. Cruxent en Taima-Taima

Foto 12. Cruxent realizando una obra pictórica
“También me preocupa, al examinar una obra recién terminada, si encuentro algo que me demuestre que durante el trance del parto mi espíritu fue afectado de intencionalidad; me siento tranquilo cuando puedo constar que existe, en el cuadro, un total desprendimiento de consideraciones ideológicas, ya sean morales o prácticas. Veo entonces que la obra ha logrado su propia perfección, presentando imágenes o símbolos existentes en mi sensibilidad espiritual.
“Así es como, sin proponérselo, el Arte logra proyección humana; rompe con lo convencional, con toda ligazón, y se libera de toda tiranía, para renovarse en constante evolución generosa, dinamizando la perpetua revolución del mundo que ni el lastre de tenebrosas supervivencias puede detener.” En aquellos artículos de enero de 2005, escribimos: “94 años no es un día... y como dice el poema: pueden tenerlo por cierto. 94 años de una vida tesonera, rica, irreductible, abundante, dadivosa, libertaria, extraordinariamente fructífera alcanza el Padre de la Arqueología Científica Venezolana: José María Cruxent, falconiano de vida, experiencia y corazón; vecino de Taratara para más señas, poblado que habita su alma y ni el tiempo ni el olvido le arrebatan. En alguna ocasión escuchamos del propio Cruxent esta autodefinición: ‘Yo soy un venezolano con bolas’; y a juzgar por su vida y su obra, lleva razón y va por el mismo camino de Unamuno cuando este asevera que sólo los apasionados hacen cosas perdurables...” La palabra más próxima al natural de Cruxent es la palabra pasión; José María Cruxent lo fue como artista, arqueólogo, explorador, venezolano de alma, hueso y personal cuanto libre elección. En la tumba de Cruxent podríamos escribir con letras de sangre y fuego el epitafio con que los ciudadanos florentinos tributaron a Maquiavelo postrer homenaje: Tanto nomini

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